Buscar en este Blog

viernes, 22 de enero de 2016

La Aurora del Hombre con el Pensamiento y las Creencias Humanas. (Parte I)

Prólogo: Este artículo o contenido al igual que las otras entradas, son tan solo una síntesis de las investigaciones, estudios y análisis realizados durante casi 10 años, que buscan como objetivo dar a conocer y obtener un amplio panorama de lo que ha sido y es hasta la actualidad el Origen y Desarrollo de las Filosofías Orientales, en especial la Filosofía Budista, (además de otros temas Misceláneos). Pero para entrar en este tema hay que conocer primero los orígenes mismos de las creencias, espiritualidad y de las religiones desde el nacimiento o la aparición de los primeros hombres de la tierra.

La Aurora del Hombre

El amanecer del pensamiento humano


Ancestro del Homo sapiens
La vida surge sólo de la vida, y todas las especies vivas son una prolongación de sí mismas y se reproducen de generación en generación.
Con la aparición del hombre sobre la tierra hace aprox.  más de 500.000 años a.c. , la cifra nos da vértigo, sin embargo desde la perspectiva geológica, no significa más que un breve momento de la historia de la tierra. Durante la fase de hominización en el periodo del pleistoceno, nace el pensamiento y se da el paso decisivo a la reflexión, de manera tal que por primera vez en la historia de la vida, un ser no solo conoce, sino que se conoce. Por lo tanto también necesitaba de su prójimo, de su semejante, con el que trató de comunicarse, de hablar más que por signos, por onomatopeyas, así como tal vez al ver flotar sobre las aguas o rodar los troncos de los árboles por los declives montañosos, surgieron en la mente virgen de los primeros seres humanos las primitivas y rudimentarias nociones del transporte, que culminaron muchísimos siglos mas tarde en la invención de la rueda, uno de los descubrimientos más sensacionales de todos los tiempos. 

Las manos de los primeros 
Homo sapiens en cueva.
Ya a partir del 100.000-50.000 a.c. Con ello es indudable que los seres primitivos poseyeron el sentido de la destructibilidad corporal, es decir la idea o Sentido de la muerte, y acaso a ella asociaron la primera semilla de la religiosidad, pues en realidad  resulta difícil asimilar las ideas religiosas de los pueblos primitivos, en que radicaban todo tipo de creencias, desde las más burdas supersticiones a la fe más ingenua y simple.

A todo lo que le era extraño o incomprensible, el hombre le confería la categoría de cosa sobrenatural o prodigiosa, confundiendo lo sorprendente con lo mágico y atribuyendo caracteres divinos a un espacio limitado, en donde los  animales, vegetales y piedras, pues suponían que moraban los espíritus de influencia benévola u hostil. Por ende es también posible que el hombre primitivo poseyera una vaga creencia en un alma y sin duda creyó, en tal caso, en la supervivencia de la misma, aunque es difícil que llegara a concebir el concepto de eternidad. A juzgar por ciertos evidentes simbolismos , por primarios que estos fueran, creyó que después de la vida el alma disfrutaba de un poder igual o aún más fuerte que antes, y que rondaba con preferencia su antiguo hogar, en torno al cadáver y cerca de los familiares que le habían sobrevivido .

Los pueblos primitivos se figuraban acaso que las almas de los difuntos vagaban por el espacio o por la selva densa, y en consecuencia procuraban con el mayor cuidado contenerlas en lo posible con ofrendas, con objeto de satisfacerlas, conjurarlas y hacercelas propicias. Los espíritus se albergan, según ellos, en el seno de las tempestades, traían la  lluvia y el sol, espantaban la caza y enviaban enfermedades e incluso la muerte, por lo que le daban un carácter de  Animismo a todas las cosas.

Más tarde, la evolución espiritual del hombre paleolítico lo impulsara a respetar los cadáveres, fruto de una noción vaga y rudimentaria sobre la inmortalidad del alma, reflejada cuando menos en la aparición de las primeras tumbas y sepulcros. Solían colocar los cráneos de los difuntos, sepultados en pequeñas cuevas o excavaciones, con el rostro orientado hacia el Oeste, aunque esta disposición no coincidiese con la dirección de la entrada y salida de la cueva, consideraban  quizás el poniente del sol como el reino de la muerte  o mundo de las sombras, lo que indica una mentalidad capaz de desarrollar todo un proceso de simbolismo. Sin embargo, la verdadera cultura de las tumbas o sepulcros alcanzaría su apogeo muchos siglos más tarde, en el neolítico.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario